Volcanes Vicuñas, Medusa y Los Patos: Triple ascenso de 6 miles
Los días 24 de febrero a 3 de marzo, realizamos el ascenso de 3 volcanes 🌋de 6 mil mts. en la zona de la Puna de Atacama, III región. Las cumbres alcanzadas fueron: -26 de febrero: Vicuñas, 6.067 mts. -28 de febrero: Medusa, 6.120 mts. -1 de marzo: Los Patos, 6.220 mts. El volcán Vicuñas es un clásico ascenso de aclimatación dentro de la zona, pero los volcanes Medusa y Los Patos 🦆son montañas raramente visitadas, por su lejanía y poco conocimiento de ellas.
El ascenso de los 2 primeros tuvieron inicio desde el campamento base en Laguna Verde (4.300 mts), pero para el último hubo que acercarse para montar otro campamento ubicado a 4.800 mts., luego de internarse por una larga y hermosa quebrada, donde encontramos muchas vicuñas 🦙, esteros y bofedales. Muy pocas marcas y huellas vehiculares encontramos durante este camino.
Respecto a la montaña, por lejos resultó ser las más extensa en cuanto a marcha, pues hicimos cumbre sin hacer un campamento avanzado y sumado a que encontramos muchísima nieve blanda en el camino —especialmente en el tramo final— fuerion necesarias cerca de 19 horas ida y regreso. Pero bien valió la pena: el lugar es espectacular y realmente vale la pena el esfuerzo.
Felicitaciones a Cathy y Renato por el gran esfuerzo y buena onda, y por seguir sumando 6 miles en su ya larga lista de cumbres
Desde el 20 a 29 de enero visitamos la zona de la Puna de Atacama, III región de Atacama, para realizar el ascenso al volcán Ojos del Salado, de 6.893 mts., el volcán más alto del mundo, la cumbre más alta de Chile y la segunda de América.
Luego de reunirnos en Copiapó, viajamos aprox. 3 hrs. junto a Constanza, Carolina, Soledad y Carlos (País Vasco), más el apoyo del clásico Feña Opazo hasta el refugio en Laguna Santa Rosa (3.750 mts.), donde comenzaríamos el proceso de aclimatación desde estas cómodas instalaciones. Luego de dejar bolsos y otros en el refugio Flamenco —espaciosa cabaña para 7 personas—, realizamos al segundo día el primer trekking hacia el cerro 7 Hermanos (4.890 mts), alcanzando la cumbre en un soleado y cálido día luego de algunas horas. Al regreso, Feña nos esperaba con abundante comida, refrescos y, ciertamente, algunas cervezas, etc. Muy lindo día.
Cumbre cerro Santa Rosa, 4.850 mts.
Campamento base
Al tercer día ordenamos y volvimos a cargar las camionetas para trasladarnos hasta Laguna Verde (4.300 mts), donde montaríamos el campamento base —provisto de termas— hasta el término del viaje. No había tanta gente como suele ocurrir en esta fecha, en plena temporada alta. Silio, el “alcalde” de Laguna Verde, nos reservaba algunas pircas para montar las carpas, así que fue mucho más rápido poder dejar listo y operativo el campamento.
En Tejos
Al día siguiente fuimos en camioneta hasta el campamento Atacama (5.300 mts), donde iniciamos una caminata de altura hasta el refugio Tejos (5.800 mts), también como parte del proceso de aclimatación, ganando altura de forma gradual. Excelente tiempo; sin viento como pocas veces, por lo que pudimos disfrutar de un agradable día. En el refugio pudimos descansar y, aprovechando el sol, incluso pudimos estar afuera de éste sentados mirando hacia el imponente Ojos del Salado. Inolvidable.
Primer 6 mil
Al 5° día nos dirigimos muy temprano hasta el Paso San Francisco (4.700 mts.), hito fronterizo con Argentina, para realizar el ascenso al volcán San Francisco, de 6.018 mts, luego de una tarde y noche anteriores con algo de granizo en el campamento de Laguna Verde. ¿La montaña? Nos esperaba completamente blanca, desde su base hasta la cumbre.
Tremendo día, con un imponente sol que hizo en ocasiones algo agobiante el ascenso cuando no soplaba viento —a más de 5.500 mts de altitud—, y con un cielo completamente despejado.
Tras poco más de 5 horas de marcha alcanzamos la cima de este apacible pero exigente volcán, acompañados por un gran grupo de montañistas rusos, guiados por Mario Sepúlveda, también alcanzando la cumbre.
Esta montaña fue mudo testigo del primer ascenso a un 6 mil de Coni y Caro quienes a paso tranquilo pero firme llegaron muy emocionadas a su cumbre. Minutos antes y aún en el sendero de subida, Carlos, en un simple y simbólico gesto, dibujaba en el camino una línea inédita para ellas que señalaba los 6 mil metros, barrera que cruzaron con mucha alegría.
Por su parte, Sole sumaba su tercer 6 mil y segundo ascenso a este volcán, mientras que Carlos conseguía su segunda cima sobre los 6 mil metros. Algunas fotos, mucha emoción y alegría en el punto más alto de esta montaña.
Tras cerca de una hora en la cumbre, comenzamos el descenso, acompañados ya de algunas nubes que presagiaban el escenario siguiente: una gran tormenta eléctrica proveniente desde el sur y que volvía más espectacular la jornada. Ya de regreso en el campamento base, nos preparamos para un buen baño termal y una recuperadora comida antes de ir a descansar.
Descanso y confiando en el tiempo
Luego de un día de merecido relajo en el campamento, nos preparamos para el objetivo principal del viaje: Ojos del Salado quien, con sus 6.893 mts. de altitud, constituía un reto de palabras mayores. Como ya es habitual en este tipo de ascensos, contando con la aclimatación adecuada previa es posible intentar cumbre desde Laguna Verde (4.300) en lugar de hacerlo desde cotas más altas, pero hay que comenzar el día algunas horas antes para poder dirigirse primero hacia el campamento Atacama y luego al refugio Tejos (5.800), punto desde donde descendemos del vehículo para comenzar la marcha.
Debido a la inestabilidad climática en las tardes que estaba viviendo la zona los últimos días, es que decidimos adelantar algo el ascenso. El pronóstico indicaba que desde las 3 PM comenzaba a caer nieve durante el resto de la tarde. No era una gran cantidad, pero las tormentas eléctricas de los días anteriores nos puso en alerta, por lo que había que comenzar y bajar temprano. Contábamos con tiempo suficiente, pero no había que confiarse.
Con el nerviosismo y ansiedad normales poco antes de un evento de este tipo, algunas horas antes que se pusiera el sol ya todos se encontraban descansando previo al horario de inicio de la jornada: 11:00 PM.
Ojos del Salado, día de cumbre. Aprox. 6.450 mts.
El día
Y llegó el gran día. Feña nos esperaba con el “desayuno” a las 11:15 PM. Tranquilos y medios dormidos aún, salimos desde el campamento base cerca de las 12:15 AM. Algunos pudieron dormir plácidamente; otros en forma intermitente y también algunos casi nada. Se sumaba al equipo Brian, otro clásico guía de montaña de la zona, quien nos acompañaría cerrando el grupo durante el ascenso.
El inicio de la marcha comenzó a las 2:30 AM, bajo una estrellada, quieta y cálida noche, como pocas veces toca. Con algo de nieve que cubría parcialmente la ruta, pero siguiendo las huellas que un grupo abrió un par de días antes, el avance fue consistente, a pesar que en algún momento previo al amanecer bajó la temperatura como resultado de una suave pero pareja brisa que soplaba desde el sur, golpeando al grupo directamente a la cara. Con la salida del sol y tras algunos espacios para descansar, se sintió un nuevo ánimo en el grupo para continuar avanzando. Sabíamos que faltaba mucho, pero ya alcanzábamos los 6.500 mts. y comenzábamos a superar el gran nevero por su margen superior.
Coni, quien había sentido unas molestias desde hacía un rato, finalmente decide regresar para no atrasar al grupo hasta la camioneta, acompañada siempre por Brian. Caro, Sole y Carlos se encontraban bien, por lo que continuamos ahora ya un bastante agradable sol.
El cielo apenas presentaba algunas nubes, por lo que nos daba la confianza suficiente para seguir subiendo. Otro par de horas y ya veíamos desde la parte baja del cráter un bloque de roca oscuro que se levantaba a lo más alto del cerro: sí, la cumbre; lejos aún pero ya a la vista, lo que trajo consigo más confianza para seguir avanzando.
En el cráter y la cumbre
11:20 AM: Carlos y Caro llegan al cráter y, ciertamente, quedan maravillados con la vista desde los 6.720 mts. La cumbre se sentía cerca, lejos aún, pero cerca. Cuidado, siempre hubo conciencia que quedaba mucho trabajo aún, pero la sensación de cercanía era muy grande. Sole, por su parte, se encontraba todavía más abajo del cráter, por lo que bajé a avisarle que esperara en en este punto hasta el retorno del resto, que se encontraba en muy buenas condiciones para alcanzar la cima.
Cráter Ojos del Salado, 6.730 mts.
Sí, pero…
Fue cosa de unos breves minutos en que todo cambió. Desde el sur —por la cara opuesta de la montaña— aparecieron de a poco algunas nubes, pero tras unos instantes toda la cumbre quedó cubierta y comenzaron a caer algunos copos de nieve. La montaña se cerró; el frente de mal tiempo se adelantó a lo que indicaban todos los pronósticos chequeados. Dura decisión estando tan cerca, pero todos conocían las condiciones meteorológicas esperadas y las que precedieron a este día. Había que bajar de inmediato.
Muchos y ruidosos truenos acompañaron el descenso, pero afortunadamente no hubo mayores contratiempos y en menos de 2 horas estábamos de regreso en el final del camino vehicular sobre el refugio Tejos, reuniéndonos todos nuevamente. Había cansancio y tristeza por no haber conseguido la cima estando tan cerca, pero al mismo tiempo y por sobre todo, tranquilidad por haber hecho lo correcto.
Ya de regreso en el CB, donde llovió de forma intensa algunas horas, aprovechamos lo que quedaba de la tarde para ir a las termas, comer, comer y comer para luego descansar luego de una larga jornada. Fue un día muy intenso, fuerte y emotivo.
Finalmente
Último día en el CB; desarmado de equipos y de regreso a Copiapó. Sí, se notaba algo de tristeza no tanto por la cumbre, que quedó de alguna manera relegado a un segundo lugar, si no por los tremendos y agradables momentos vividos durante los 9 días que estuvimos en la montaña.
Ya en Copiapó, luego de una merecida —y necesaria– ducha, fuimos por unas pizzas, cerveza y otros. Excelente despedida de un gran viaje.
Coni, Caro, Sole y Carlos, —y hablo por Feña también—, fue un gran gusto haberlos llevado y compartido en el cerro. Oportunidades nuevas siempre vendrán.
El día 13 de enero y con un excelente clima, Michael y Fernando como guía de Andescontact consiguieron la cumbre del Ojos luego de algunos días en Laguna Verde (4.300 mts) y luego en campamento Atacama (5.300), para ir por la cumbre desde el refugio Tejos, a 5.800 mts. Previo al intento de cumbre, subieron los cerros 7 hermanos (4.850) y también el Barrancas Blancas (6.118) como parte del proceso de aclimatación.
¡Felicitaciones a Michael por conseguir este tremendo objetivo!
El día 22 de septiembre y, luego de descansar un día tras la subida al volcán San Pedro, ascendimos el volcán Acamarachi —o Pili—, de 6.046 mts., en un muy agradable y soleado día. Fue un duro ascenso, pues se encontraba muy seco el cerro y todo el camino transcurrió entre pedregales y rocas, pero siempre felices de alcanzar una nueva cima de 6 mil metros.
Nuevamente felicitaciones a Cathy, Renato y el apoyo entregado por Bastián durante el viaje.
En un día cargado de patriotismos, celebraciones, fondas y asados, conseguimos la cumbre de este hermoso cono de seismil metros el 18 de septiembre pasado, por la variante norte del volcán.
Fue una dura jornada, pues tuvimos que comenzar el ascenso desde los 4.250 mts, cubriendo casi 2 mil metros de desnivel. Aun así, el día estuvo agradable, algo ventoso, pero bien en términos generales.
Retornamos al campamento ya a oscuras, comer algo rápido y a dormir. Al día siguiente regresamos a San Pedro para descansar y comenzar al preparar el siguiente ascenso: volcán Acamarachi o Pili, de 6.046 mts.
El día 30 de agosto se alcanzó la cumbre de la mayor altura de Chile con fuertes vientos y mucho frío, luego de un viaje de 15 días en el sector de la Puna de Atacama. Previamente se realizó el ascenso del volcán Copiapó (6.052) y otras cumbres de 5 mil metros como parte del proceso de aclimatación antes de intentar el Ojos.
El día 14 de julio alcanzamos la cuarta y última montaña de 6 mil metros planificada, cerrando así un viaje de casi 20 días nada menos que con la máxima altura de Bolivia, el nevado Sajama, un tremendo coloso que se eleva 6.542 mts. sobre el nivel del mar, emplazado en medio del altiplano boliviano, solo, sin montañas que le hagan sombra alrededor.
Participantes: Renato Mertens, Francisco Carrasco, Adolfo Dell´Orto y Mario Pérez.
Tras subir el volcán Acotango 3 días antes, decidimos tomar un día de descanso visitando por la mañana los geysers de Sajama y en la tarde las espectaculares termas del mismo nombre, un espacioso lugar abierto que invitaba a pasar mucho tiempo en el agua caliente. Y de verdad no daban ganas de salir, porque son realmente agradables.
El descanso
Más que descanso —que ayudó mucho, claro— la decisión pasó más que nada por evitar una noche en un campamento intermedio ubicado a 4.700 mts. que no aportaría tanto considerando que contábamos con aclimatación previa, por lo que sólo sería desgaste movilizar equipos y otros por una sola noche. Al día siguiente habría que caminar más, sí, pero hay más ganancia en dormir bajo que alto. Debíamos, por tanto, ascender desde el hostal ubicado a 4.250 mts hasta los casi 5.700 mts del campamento alto. Todos los ascensos organizados por Mario Pérez —guía boliviano y propietario (junto a Ana) del hostal donde nos quedamos— incluyen uso de porteadores, sin excepción, por lo que el ascenso hasta aquel punto resultó bastante más amistoso. No escuché quejas por ello.
Acercándonos
El sector donde comienza el sendero hacia, primero, el campamento base del Sajama, denominado Los Queñoales, se caracteriza por tener una cantidad tremenda de Queñoas o keñua (Polylepis tarapacana), un árbol de altura que crece en esos desolados parajes, alcanzando varios metros de altura. Una vez iniciado el ascenso, el camino transcurre por una estrecha quebrada que va ganando metros progresiva y suavamente, hasta alcanzar el campamento base, un amplio valle plano y cómodo para acampar, siempre bajo la mirada atenta del volcán, quien cierra este valle con su imponente cara oeste.
Tras un breve descanso, retomamos la marcha hacia una opción de campamento intermedio, llamada “23 de marzo”, lugar donde almorzamos y descansamos unos instantes. El camino hacia el campo alto es una débil huella sobre arenales y algunos tramos de acarreos, fuertemente azotado por el viento debido a su configuración, propios de una canaleta.
A 5.700
El campamento alto se ubica sobre un estrecho portezuelo, suficiente para albergar cerca de 6-7 carpas, provista de nieve y protegido por un peñón de roca que evita que sea aún más ventoso. Saldríamos a la cumbre Mario (guía), Renato y quien escribe. Francisco había resuelto días antes permanecer en el campamento
A la 1 am sonaron los despertadores y, con la cara llena de risa, nos levantamos. A pesar del viento constante, logramos dormir algunas horas. Listos, todos afuera y a las 2:20 estábamos ya en marcha. La noche era negra y solo se veía algunas luces esparcidas por la amplitud del valle a los pies de la montaña. La primera parte del cerro era un sendero de arenas firmes, por lo que en menos 40 minutos ya estábamos a los pies de la canaleta, un tramo breve de nieve dura y algo de hielo que da la impresión de ser más empinada de lo que aparentaba. Aun así, debíamos superar sus escalonados pasos con el debido cuidado.
La arista —la sección más entretenida del volcán— provista de algunas trepas y varios rodeos en roca y que debido a la oscuridad de la noche daba la sensación de verticalidad en algunos aéreos pasos, fue superada también en poco tiempo, aunque ahora con más viento durante su ascenso. Ya cerca de las 5 estábamos a los pies del cono, sobre los 6 mil metros de altitud.
Con las primeras luces del amanecer y ya sobre un infernal campo de penitentes, la cumbre comenzaba a asomarse de a poco. O eso creíamos, porque a cada tanto aparecía otro cono cimero. Y otro.
Sobre los 6.250 mts., los penitentes dieron tregua y pudimos avanzar sobre nieve dura, limpia y pareja, lo que ayudó bastante en los últimos metros, no sin antes tener que rodear una enorme y profunda grieta que cortó nuestro victorioso avance. Tuvimos que cruzarla sobre lo que en principio creíamos era un dudoso puente de nieve, pero tuvimos que reconocer que fuimos prejuiciosos con dicho puente, pues atravesamos el obstáculo ida y vuelta sin ningún problema.
La cumbre
Ahora sí; cumbre a la vista. Sabía de lo amplia que era la cima de este volcán, pero mis cálculos y referencias fotográficas quedaron definitivamente cortas: ¡es enorme! 3, 4, 5 canchas de fútbol, no sé, pero es realmente grande y plana. Y fría. Y ventosa. Un par de fotos y de regreso al campamento. Renato conseguía su seismil número 30 y Mario como su 5.000, no sé, pero muchos Sajamas. Un gusto nuevamente haber alcanzado otra cumbre con Renato y haber seguido a Mario en este ascenso.
Bajamos el cono, destrepamos la arista y la canaleta, para así estar al mediodía de regreso en el campamento alto. Desarmamos todo y de regreso por la misma huella que el día anterior nos recibió cargado de ilusiones mientras ascendíamos por esta hacia cotas mayores. Estas no son sólo palabras clichés —que lo son, ciertamente—, si no para quiénes suben montañas y, sobre todo al día anterior a la cumbre, el sendero es uno de los pocos testigos mudos de los miles de pensamientos que se cruzan y aparecen en la mente a medida que se gana cada metro durante la subida; ¿será muy pesado? ¿será muy difícil? ¿podré subir?, etc. Un monólogo interno que no calla y alienta como atormenta.
En fin, da para otro tema. Lo cierto es que en esta oportunidad sí alcanzó y todas esas ideas fueron silenciadas al momento de pisar el punto más alto de la montaña.
Cerca de las 6 de la tarde estábamos ya en el vehículo que nos trajo de regreso al hostal de Mario y Ana, para devorarnos esa deliciosa comida e irnos a dormir con la felicidad y satisfacción de la cumbre obtenida y de un tranquilo retorno.
Sábado: regreso a la aduana —con un tipo muy desagradable del SAG exigiendo los formularios de entrada—, transfer a Arica y domingo descanso en el hotel esperando el vuelo de regreso. Casi 20 días de viaje y ascensos por el altiplano chileno-boliviano.
Felicitaciones a Renato, Francisco y un gusto haber trabajado y compartido con Mario. Y agradecimientos a la atención y comidas de Ana; al power cargando equipo del “che” Gary y sobre todo Aurelio y por supuesto a los inolvidables ladridos nocturnos de Suki y…seguro se me pasó alguien.
Luego de completar los 2 ascensos de los sesimiles por el lado chileno, viajamos al pueblo de Sajama en Bolivia, lugar desde donde continuamos con las 2 montañas que nos restaban. Nos quedamos en el hostal de Mario y Ana, un excelente lugar para descansar y con muy buena comida, además de un gratísimo ambiente.
Debido a que el volcán Parinacota se encontraba muy seco por la vertiente boliviana, decidimos subir nuevamente el Acontango, ahora por el filo noroeste —Bolivia— siendo realmente espectacular y rápido en sus ascenso.
Junto con Mario Pérez —guía boliviano, el mismo del hostal— realizamos el ascenso a este volcán comenzando muy temprano en la mañana, por una ruta compuesta por un largo y directo filo que conduce directamente a la cima, en un recorrido de nieve dura que hacía rápido el ascenso. Algo ventoso, pero hermoso día.
¡Felicitaciones a Renato y sobre todo a Francisco, quien pudo conseguir finalmente su anhelada cumbre de 6 mil metros!
El día 7 de julio alcanzamos la cumbre del volcán Acotango, de 6.052 mts, consiguiendo así el segundo seismil de la primera parte del viaje. Nuevamente comenzamos desde el hostal Uta Kala, ubicado en el caserío de Parinacota (4.450 mts), saliendo muy temprano en la madrugada para aprovechar los cortos días de invierno.
El volcán se encontraba más seco que en años anteriores y en su inicio encontramos algunos penitentes, pero que no entorpecieron en absoluto el ascenso. Tras algunas horas de marcha y con algo de viento, alcanzamos la cima bajo un soleado día, para luego comenzar a descender y retornar al hostal.
Nuevamente felicitaciones a Tere y Francisco por el esfuerzo y ganas mostradas durante todo el viaje.
El día 5 de julio conseguimos alcanzar la cima de este activo volcán, contando con un tiempo excelente y mucho entusiasmo durante la subida.
Luego de algunos días en Putre y Parinacota y habiendo subido el cerro Guane Guane (5.100 m) como parte del proceso de aclimatación, comenzamos el ascenso desde el hostal “Uta Kala”, sin montar campamento, saliendo más temprano para así iniciar la subida antes de la salida del sol.
Muy buen tiempo —caluroso incluso en algunos momentos de la mañana— sólo algo ventoso al alcanzar el cono que conduce a través de una arista al bloque rocoso que compone la cumbre. A pesar de ser una buena fecha, se encontraba tremendamente seco el cerro, lo que volvió más pesado remontar sus pedregosas laderas.
¿Y la fumarola? Aunque no estaba tan tóxica como en otras oportunidades y el viento daba algunas pausas cambiando de dirección que permitieron alcanzar la cima, siempre es desagradable y hay que hacerse el ánimo para llegar a la cima y no contentarse con la ante cumbre. Igual nos dimos el tiempo para varias fotos y videos en la cumbre. El regreso fue
Felicitaciones a Tere y Francisco por el esfuerzo y ganas durante el día.
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