Nanga Parbat 1962: vía Kinshofer, abriendo una nueva vía.
La ruta Kinshofer, sólo fue escalada en 1962 y es la menos complicada de la montaña, pero en ningún caso fácil. Estas son las diferentes rutas del Nanga y sus primeras ascensiones.
- Rakhiot (arista este) 1953
- Kinshofer (Diamir) 1962
- Rupal (espolón central) 1970
- Schell (arista SSO Rupal) 1976 Messner (vert. O Diamir) 1978
- Polaca (espolón SE Bazhin) 1985
- Japonesa (esp. NO Rakhiot) 1995
El Nanga es una de las montañas “ochomileras” con las más grandes paredes del planeta. Por cualquiera de sus cuatro vertientes (Rupal, Diamir, Rakhiot y Bazhin), ofrece desniveles de más de cuatro mil metros. Y precisamente la pared opuesta, la Rupal, que con sus 4.500 metros es considerado el mayor muro de la tierra.
Debido a esta razón —entre otras— es que el Nanga es de esos ochomiles sin ninguna vía sencilla para alcanzar su cumbre, aunque la ruta Kinshofer hace ya bastante tiempo se transformó en la “normal”. Normal sólo en términos de asistencia, pues sólo es la menos difícil. Mención aparte, esta ruta fue la segunda en ser ascendida en la montaña. La primera —llevada a cabo 9 años antes— fue escalada a través de la cara Rakhiot, por el extraordinario escalador austríaco Hermann Bühl, en una notable y mítica ascensión en solitario, tras haber desobedecido las órdenes de regresar.
¿Pero quién fue el primero en la Kinshofer? ¿Y por qué Kinshofer? Entre las décadas 30 y 50, esta montaña fue una verdadera obsesión nacionalista para los alemanes. En pleno régimen nazi, las expediciones germanas se sucedían con frecuencia, organizando grandes exploraciones a la zona y varios intentos fallidos a sus vías, cobrando también muchas vidas. A varios de sus notables alpinistas —entre ellos Heinrich Harrer, autor de “7 años en el Tíbet”, por ejemplo— se les seducía (¿o exigía?) pertenecer al organizado cuerpo de protección nazi, la SS —unidad paramilitar—, cuya participación les facilitaba conseguir los permisos de viaje, además de recibir el apoyo de inusuales presupuestos para la época. Naturalmente, todo este apoyo fue astutamente aprovechado para la campaña propagandística nazi. Y todo para alcanzar el objetivo de ser los primeros en arrimarse a su punto más alto. Claro que tuvieron que esperar varios años. Y varias desventuras.
Dentro de sus primeros acercamientos, hubo una expedición en 1934 dirigida por W. Merkl, quien llegó a los 7.800 metros. Al descenso se desata una fuerte tormenta donde muere el propio Merkl, junto a tres compañeros más y seis sherpas.
5 años después, una gran expedición comandada por Peter Aufschnaiter —donde participa Harrer— fracasa nuevamente junto a un equipo austro-alemán en un intento por la vertiente del Diamir.
Pero quien más insistió con este objetivo fue el controvertido doctor Karl Herrligkoffer, jefe de muchas expediciones que acecharon la montaña a partir de la segunda mitad del siglo XX. Pero sería un coterráneo suyo quien pisara por primera vez, en 1953, su cumbre: Hermann Bühl. Evidentemente que, tras la ascensión inaugural por la vertiente Rakhiot, Herrligkoffer se decidiera por la Diamir.
Es así que, en 1961, conforma una “joyita” de equipo, compuesto de los mejores escaladores alemanes del momento: Siegi Löw, Andelt Mannhardt y Toni Kinshofer, autores ese mismo año de la primera escalada invernal a la norte del Eiger. Kinshofer apuesta por una ruta que aparentemente ofrece mayor seguridad a las continuas avalanchas que barren el glaciar desde lo más alto. Esta vía está algo cargada hacia la izquierda en línea vertical de la cumbre y asciende por un largo y empinado corredor de nieve-hielo, además de un infranqueable paso de roca.
Tras un primer intento, los clásicos imprevistos climáticos obligan a emprender la retirada luego de haber alcanzado los 7.000 mts, pero ya habían superado la mayor dificultad técnica de la ruta: un paredón de aproximadamente 150 mts., compuesto de bloques de roca, terrazas y un gran muro final sobre los 6.000 mts, el supuestamente “infranqueable” paso de roca. Kinshofer lideró la apertura de la escalada, denominándose por ello “el paso Kinshofer”, pero que con los años se extendió a toda la ruta. Buen ojo el del hombre.
Cumbre
Obsesivos, en junio del año siguiente, cinco hombres vuelven a terminar la tarea pendiente, liderados por Herrligkoffer. Durante el ascenso a la cumbre, sólo quedan Kinshofer, Mannhardt y Löw, quienes pisan la cima a las cinco de la tarde, pues dos de sus compañeros desistieron en el intento. En su cúspide encuentran el hito dejado por su compatriota Bühl casi 10 años antes —un piolet con la bandera de Pakistán—.
Absoluta felicidad. Son los segundos humanos en alcanzarla. Felicidad sólo comparable con su absoluto agotamiento. Contemplan por breves instantes el magnífico paisaje alrededor y cómo las sombras se alargan en el horizonte, dibujándose el contorno del Nanga sobre las nubes, signo inequívoco del avance del día. Por esto se ven obligados a pasar la noche desprovistos de una carpa y saco de dormir, casi 100 metros debajo de ella, lo que les deja congelaciones a los tres escaladores.
El descenso
Al día siguiente, muy temprano, comienzan el descenso. Deciden bajar desencordados y Löw, demasiado débil tras el esfuerzo del día anterior y de sus heridas, sufre una caída cercana a 200 mts, quedando en muy mal estado. Mannhardt parte en busca de ayuda, mientras Kinshofer permanece con Löw hasta que fallece. Finalmente, Kinshofer realizó un épico descenso que tardó dos días.
A pesar de la historia, de sus míticas, epopéyicas y gloriosas odiseas de sus primeros estandartes, todos reconocen esta ruta como la más segura y una de las más directas. Salvo contadas expediciones que continúan internándose en diferentes variantes, la mayoría han decidido emprender su ascenso por esta vía, precisamente por lo segura que es (sobre el 80% de las expediciones). Y desde 1995, todas las personas que han hecho cumbre han subido por ésta, salvo notables excepciones, como la variante abierta por el francés Lafaille en 2003; la ascensión que realiza Reinhold Messner en solitario y sin oxígeno en 1978, y la de la primera mujer, la polaca Wanda Rutkiewicz en 1985.
Crédito fotografías: https://www.alpenverein.de/artikel/nanga-parbat-expedition-1962_29f9042c-44c5-4e8f-a3d6-46393ec899b7