En un día cargado de patriotismos, celebraciones, fondas y asados, conseguimos la cumbre de este hermoso cono de seismil metros el 18 de septiembre pasado, por la variante norte del volcán.
Fue una dura jornada, pues tuvimos que comenzar el ascenso desde los 4.250 mts, cubriendo casi 2 mil metros de desnivel. Aun así, el día estuvo agradable, algo ventoso, pero bien en términos generales.
Retornamos al campamento ya a oscuras, comer algo rápido y a dormir. Al día siguiente regresamos a San Pedro para descansar y comenzar al preparar el siguiente ascenso: volcán Acamarachi o Pili, de 6.046 mts.
El día 30 de agosto se alcanzó la cumbre de la mayor altura de Chile con fuertes vientos y mucho frío, luego de un viaje de 15 días en el sector de la Puna de Atacama. Previamente se realizó el ascenso del volcán Copiapó (6.052) y otras cumbres de 5 mil metros como parte del proceso de aclimatación antes de intentar el Ojos.
El día 14 de julio alcanzamos la cuarta y última montaña de 6 mil metros planificada, cerrando así un viaje de casi 20 días nada menos que con la máxima altura de Bolivia, el nevado Sajama, un tremendo coloso que se eleva 6.542 mts. sobre el nivel del mar, emplazado en medio del altiplano boliviano, solo, sin montañas que le hagan sombra alrededor.
Participantes: Renato Mertens, Francisco Carrasco, Adolfo Dell´Orto y Mario Pérez.
Tras subir el volcán Acotango 3 días antes, decidimos tomar un día de descanso visitando por la mañana los geysers de Sajama y en la tarde las espectaculares termas del mismo nombre, un espacioso lugar abierto que invitaba a pasar mucho tiempo en el agua caliente. Y de verdad no daban ganas de salir, porque son realmente agradables.
El descanso
Más que descanso —que ayudó mucho, claro— la decisión pasó más que nada por evitar una noche en un campamento intermedio ubicado a 4.700 mts. que no aportaría tanto considerando que contábamos con aclimatación previa, por lo que sólo sería desgaste movilizar equipos y otros por una sola noche. Al día siguiente habría que caminar más, sí, pero hay más ganancia en dormir bajo que alto. Debíamos, por tanto, ascender desde el hostal ubicado a 4.250 mts hasta los casi 5.700 mts del campamento alto. Todos los ascensos organizados por Mario Pérez —guía boliviano y propietario (junto a Ana) del hostal donde nos quedamos— incluyen uso de porteadores, sin excepción, por lo que el ascenso hasta aquel punto resultó bastante más amistoso. No escuché quejas por ello.
Acercándonos
El sector donde comienza el sendero hacia, primero, el campamento base del Sajama, denominado Los Queñoales, se caracteriza por tener una cantidad tremenda de Queñoas o keñua (Polylepis tarapacana), un árbol de altura que crece en esos desolados parajes, alcanzando varios metros de altura. Una vez iniciado el ascenso, el camino transcurre por una estrecha quebrada que va ganando metros progresiva y suavamente, hasta alcanzar el campamento base, un amplio valle plano y cómodo para acampar, siempre bajo la mirada atenta del volcán, quien cierra este valle con su imponente cara oeste.
Tras un breve descanso, retomamos la marcha hacia una opción de campamento intermedio, llamada “23 de marzo”, lugar donde almorzamos y descansamos unos instantes. El camino hacia el campo alto es una débil huella sobre arenales y algunos tramos de acarreos, fuertemente azotado por el viento debido a su configuración, propios de una canaleta.
A 5.700
El campamento alto se ubica sobre un estrecho portezuelo, suficiente para albergar cerca de 6-7 carpas, provista de nieve y protegido por un peñón de roca que evita que sea aún más ventoso. Saldríamos a la cumbre Mario (guía), Renato y quien escribe. Francisco había resuelto días antes permanecer en el campamento
A la 1 am sonaron los despertadores y, con la cara llena de risa, nos levantamos. A pesar del viento constante, logramos dormir algunas horas. Listos, todos afuera y a las 2:20 estábamos ya en marcha. La noche era negra y solo se veía algunas luces esparcidas por la amplitud del valle a los pies de la montaña. La primera parte del cerro era un sendero de arenas firmes, por lo que en menos 40 minutos ya estábamos a los pies de la canaleta, un tramo breve de nieve dura y algo de hielo que da la impresión de ser más empinada de lo que aparentaba. Aun así, debíamos superar sus escalonados pasos con el debido cuidado.
La arista —la sección más entretenida del volcán— provista de algunas trepas y varios rodeos en roca y que debido a la oscuridad de la noche daba la sensación de verticalidad en algunos aéreos pasos, fue superada también en poco tiempo, aunque ahora con más viento durante su ascenso. Ya cerca de las 5 estábamos a los pies del cono, sobre los 6 mil metros de altitud.
Con las primeras luces del amanecer y ya sobre un infernal campo de penitentes, la cumbre comenzaba a asomarse de a poco. O eso creíamos, porque a cada tanto aparecía otro cono cimero. Y otro.
Sobre los 6.250 mts., los penitentes dieron tregua y pudimos avanzar sobre nieve dura, limpia y pareja, lo que ayudó bastante en los últimos metros, no sin antes tener que rodear una enorme y profunda grieta que cortó nuestro victorioso avance. Tuvimos que cruzarla sobre lo que en principio creíamos era un dudoso puente de nieve, pero tuvimos que reconocer que fuimos prejuiciosos con dicho puente, pues atravesamos el obstáculo ida y vuelta sin ningún problema.
La cumbre
Ahora sí; cumbre a la vista. Sabía de lo amplia que era la cima de este volcán, pero mis cálculos y referencias fotográficas quedaron definitivamente cortas: ¡es enorme! 3, 4, 5 canchas de fútbol, no sé, pero es realmente grande y plana. Y fría. Y ventosa. Un par de fotos y de regreso al campamento. Renato conseguía su seismil número 30 y Mario como su 5.000, no sé, pero muchos Sajamas. Un gusto nuevamente haber alcanzado otra cumbre con Renato y haber seguido a Mario en este ascenso.
Bajamos el cono, destrepamos la arista y la canaleta, para así estar al mediodía de regreso en el campamento alto. Desarmamos todo y de regreso por la misma huella que el día anterior nos recibió cargado de ilusiones mientras ascendíamos por esta hacia cotas mayores. Estas no son sólo palabras clichés —que lo son, ciertamente—, si no para quiénes suben montañas y, sobre todo al día anterior a la cumbre, el sendero es uno de los pocos testigos mudos de los miles de pensamientos que se cruzan y aparecen en la mente a medida que se gana cada metro durante la subida; ¿será muy pesado? ¿será muy difícil? ¿podré subir?, etc. Un monólogo interno que no calla y alienta como atormenta.
En fin, da para otro tema. Lo cierto es que en esta oportunidad sí alcanzó y todas esas ideas fueron silenciadas al momento de pisar el punto más alto de la montaña.
Cerca de las 6 de la tarde estábamos ya en el vehículo que nos trajo de regreso al hostal de Mario y Ana, para devorarnos esa deliciosa comida e irnos a dormir con la felicidad y satisfacción de la cumbre obtenida y de un tranquilo retorno.
Sábado: regreso a la aduana —con un tipo muy desagradable del SAG exigiendo los formularios de entrada—, transfer a Arica y domingo descanso en el hotel esperando el vuelo de regreso. Casi 20 días de viaje y ascensos por el altiplano chileno-boliviano.
Felicitaciones a Renato, Francisco y un gusto haber trabajado y compartido con Mario. Y agradecimientos a la atención y comidas de Ana; al power cargando equipo del “che” Gary y sobre todo Aurelio y por supuesto a los inolvidables ladridos nocturnos de Suki y…seguro se me pasó alguien.
Luego de completar los 2 ascensos de los sesimiles por el lado chileno, viajamos al pueblo de Sajama en Bolivia, lugar desde donde continuamos con las 2 montañas que nos restaban. Nos quedamos en el hostal de Mario y Ana, un excelente lugar para descansar y con muy buena comida, además de un gratísimo ambiente.
Debido a que el volcán Parinacota se encontraba muy seco por la vertiente boliviana, decidimos subir nuevamente el Acontango, ahora por el filo noroeste —Bolivia— siendo realmente espectacular y rápido en sus ascenso.
Junto con Mario Pérez —guía boliviano, el mismo del hostal— realizamos el ascenso a este volcán comenzando muy temprano en la mañana, por una ruta compuesta por un largo y directo filo que conduce directamente a la cima, en un recorrido de nieve dura que hacía rápido el ascenso. Algo ventoso, pero hermoso día.
¡Felicitaciones a Renato y sobre todo a Francisco, quien pudo conseguir finalmente su anhelada cumbre de 6 mil metros!
El día 7 de julio alcanzamos la cumbre del volcán Acotango, de 6.052 mts, consiguiendo así el segundo seismil de la primera parte del viaje. Nuevamente comenzamos desde el hostal Uta Kala, ubicado en el caserío de Parinacota (4.450 mts), saliendo muy temprano en la madrugada para aprovechar los cortos días de invierno.
El volcán se encontraba más seco que en años anteriores y en su inicio encontramos algunos penitentes, pero que no entorpecieron en absoluto el ascenso. Tras algunas horas de marcha y con algo de viento, alcanzamos la cima bajo un soleado día, para luego comenzar a descender y retornar al hostal.
Nuevamente felicitaciones a Tere y Francisco por el esfuerzo y ganas mostradas durante todo el viaje.
El día 5 de julio conseguimos alcanzar la cima de este activo volcán, contando con un tiempo excelente y mucho entusiasmo durante la subida.
Luego de algunos días en Putre y Parinacota y habiendo subido el cerro Guane Guane (5.100 m) como parte del proceso de aclimatación, comenzamos el ascenso desde el hostal “Uta Kala”, sin montar campamento, saliendo más temprano para así iniciar la subida antes de la salida del sol.
Muy buen tiempo —caluroso incluso en algunos momentos de la mañana— sólo algo ventoso al alcanzar el cono que conduce a través de una arista al bloque rocoso que compone la cumbre. A pesar de ser una buena fecha, se encontraba tremendamente seco el cerro, lo que volvió más pesado remontar sus pedregosas laderas.
¿Y la fumarola? Aunque no estaba tan tóxica como en otras oportunidades y el viento daba algunas pausas cambiando de dirección que permitieron alcanzar la cima, siempre es desagradable y hay que hacerse el ánimo para llegar a la cima y no contentarse con la ante cumbre. Igual nos dimos el tiempo para varias fotos y videos en la cumbre. El regreso fue
Felicitaciones a Tere y Francisco por el esfuerzo y ganas durante el día.
Este curso tiene como objetivo entregar las herramientas teóricas y prácticas fundamentales para desarrollar la actividad de montañismo de forma autónoma y segura.
Curso personalizado, para un máximo de 6 participantes.
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Cumbre cerro El Plomo – 27 marzo En un rápido ascenso de 2 días y con un tiempo espectacular, conseguimos la cumbre del cerro el Plomo el día 27 de marzo, cerrando con ello la temporada de ascensos de AndesContact 2022-2023 hasta junio-julio, con los viajes a los volcanes Acotango y Guallatiri en la XV región.
Subiendo
Salimos el día domingo 26 desde Santiago a las 8 am., llegando al punto de reunión en la Parva con el arriero (Fabián), tomando el andarivel (¡sí, es buenísimo!) y comenzando la marcha al poco rato. En poco más de 3 horas estábamos ya en el campamento Federación y, aprovechando que prácticamente todo el mundo bajaba por ser día domingo, tuvimos la oportunidad de utilizar el refugio Cristóbal Bizarri, construido y donado por su familia. Personalmente nunca había tenido la opción de usarlo —ni entrar— porque siempre se encontraba ocupado; quedé sorprendido de lo tremendamente bien construido de este. La nota amarga: el baño, también levantado por la misma familia, inutilizable por la cultura de ciertos “montañistas”.
La cochinada de siempre
A propósito de lo mencionado en el párrafo anterior y, como es habitual en muchos de los cerros de Chile, es lamentable la basura que se encuentra: miles de papeles higiénicos a la vista, botellas plásticas, caca repartida, etc. El refugio, siendo un lugar espectacular, fuera de alguna lumbrera que trató de quebrar una ventana, se encuentra en buen estado y limpio en general, pero hay gente que insiste en dejar comidas abiertas, botellas de agua y jugos isotónicos a medias, frutas (muchos limones…), bolsas de pan, queques y mayonesas abiertas, etc. Y nadie nunca deja nada. Curioso..seguro llegan solas.
El día de cumbre
En fin. El día de cumbre fue tranquilo, solitario —solo habían 2 personas más en el cerro—, poco viento salvo en la cumbre que, sin ser intenso, se hizo notar un poco, pero en general fue muy rápido, literalmente sin ninguna parada ni para tomar agua o comer. La cumbre, a las 9 am, dejaba asomarse los primeros rayos que apenas entibiaban el ambiente, pero que siempre son bien recibidos. Nadie más, solo 5 personas alcanzamos la cumbre ese día. La bajada igual de tranquila, solo con una parada de algunos minutos en el refugio Agostini (4.670 mts. aprox.), el único lugar con algo de señal para así poder dar signos de vida.
Volviendo
Puntualmente Fabián (arriero), llegó al campamento, donde solo tuvimos que cargar los bolsos para comenzar la marcha de regreso. Mucho calor y poco viento ahora, pero con la satisfacción de haber bajado con la cumbre en un agradable día y en muy buen ascenso.
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